sábado, 21 de junio de 2014

¡Qué perra con las cangrejeras de plastiquete!

¡Qué perra con las cangrejeras de plastiquete! Y entiéndase perra como obsesión, en mi particular dialecto andaluz.

El resurgir de las cangrejeras (en mi casa las llamamos sandalias de goma, de toda la vida) me ha pillado un poco desprevenida, porque las odiaba ya de pequeña a principios de los 90 y no puedo más que sorprenderme de que a día de hoy la gente se las ponga para salir a dar un paseo como el que lleva un complemento de lo más chic.

Las cangrejeras en su versión color marfil o caramelo, así como éstas


me transportan a un pasado bastante pasado a decir verdad, al estilo de la magdalena de Proust (¿qué leche es eso de la magdalena de Proust? Aquí la respuesta.)  Con estas sandalias de goma he llegado a tener una relación de amor-odio con el paso del tiempo, aunque por aquel entonces la relación era sólo de odio y punto. Me parecían feas, un coñazo el tener que andar abrochándolas y muy infantiles. Eso pensaba yo, que eran infantiles, porque nos las encasquetaban a mis hermanos y a mí mientras mis padres llevaban chanclas de dedo que a mí me parecían un signo de "adultez", su uso estaba sólo reservado a los mayores. ¡Imagináos el subidón de mi ego infantiloide cuando me compraron mis primeras sandalias de dedo! Fue brutal.

Pero que mis padres nos llevaran a la playa y a la piscina con cangrejeras tenía su por qué, y es que siempre íbamos a playas con conchas y/o piedras y nuestros pies de infante tenían la misma consistencia que la plastilina, y las pupillas en los pies son molestas y tardan en curarse, y lo  peor:  un niño con pupas en los pies tiene que ser aún más insoportable que uno sin ellas. Por lo tanto las cangrejeras eran sin duda alguna una apuesta ganadora.

Con los años dejaron de verse tanto por las tiendas, y aunque soy fan de las chanclas de dedo soy consciente de que las cangrejeras a veces son necesarias y por eso durante años las anduve buscando. Y fijaos la casualidad: cuando quiero unas ya puedo buscar que no voy a encontrarlas ni de puta coña. Encontarlas a un precio razonable quiero decir, no olvidemos lo que son al fin y al cabo.

Ahora han vuelto y me alegro porque en la playa a la que suelo ir hay un volumen de piedras absolutamente anormal en la orilla que hace que entrar al agua con los pies desnudos sea un tormento y salir de ella sea Mission Impossible. Este verano gracias a Primark y sus cangrejeras baratillas, bañarme ya no será un trance traumático. Pero las usaré para eso, para bañarme, no para salir, ni para pasear, ni para nada de nada más que para ir a la playa. Habiendo sandalias tan monas por ahí ¿qué le verá la gente a unas chanclas de goma? Aparte del hecho de que se lleven. Cualquier día se lleva el ir con un pollo en la cabeza y veréis qué risas nos vamos a echar.

Aquí mis "cangreburguers", que es como me las han rebautizado en casa


Ah, y sobre las aberrantes cangrejeras de tacón o plataformas ya no me voy ni a pronunciar.

Pero esto es así, para gustos los colores, si no ¡vaya mundo aburrido sería este mundo en el que vivimos!

Y a vosotras, ¿qué opinión os merecen estas sandalias?
¿Tenéis algún par en vuestra colección?

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2 comentarios:

  1. jajaja, estoy totalmente de acuerdo con tu opinon!! las cangrequejas de plastico, para la playa, rios y pantanos. Yo las utilizo cuando vamos al rio o algun pantano o embalse, el agua suele ser turbia y no saber que puedes pisar; ademas la gente tira de todo y te puedes llevar una sorpresa o una buena herida

    Yo lo de "cangreburger" lo utilizo cuando vamos al McDonals o Burger King, jajaja

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  2. Si las cangrejeras tienen su utilidad y cubren una necesidad que ahí está. Para todo lo demás hay mil opciones, todas mejores que unas cangrejeras.

    Las mías ahora se llaman cangreburguers porque como empiezan por "cangre" alguien tuvo la feliz idea, pero tiene mucho más sentido lo tuyo, dónde va a parar.

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